-¿No lo ves? Vives siempre pendiente de la aprobación
de los demás…
-Eso no es cierto, yo tomo mis propias decisiones.
R la mira, escéptica.
-Lo peor de todo es que ni siquiera te das cuenta...
Cuando sales a la calle, andas vigilando quién te mira y quién no, como si ese
fuera el más fiable de todos los barómetros de belleza. Te encanta que te digan
que el vestido que llevas es bonito o que el peinado te favorece.
Eres feliz cuando tu chico de turno te llama, te
invita a cenar o te hace un regalo, y tremendamente desdichada cuando él no lo
hace, aún cuando el motivo es que está muy ocupado, enfermo o sin blanca. Desprecias a los hombres que intentan seducirte y a la vez eres esclava de su admiración, pues es la que mantiene alta tu autoestima, y eres incapaz de comprender que la autoestima es precisamente eso, amor propio, sentirse a gusto con uno mismo, con independencia de lo que los demás puedan pensar.
R se detiene, respira hondo y continua:
-Eres adicta al amor, una
enferma del cariño que está sometida a sus exigencias. Estás tan atrapada en la
dura tarea de hacer que los demás te quieran y te adulen que ni siquiera te das
cuenta que no dejas espacio para el amor propio.
Para ese que te mantiene con vida, el que despierta
la necesidad de supervivencia que te impulsa a ser egoísta, a pensar en tu propio
beneficio y en tu seguridad. Y ese, el amor egoísta que nos procuramos a nosotros mismos y que evita que nos autodestruyamos es el más importante de todos los amores.
-Te equivocas, R.. Yo me quiero mucho a mi misma.
-Creo que no lo suficiente. Aunque ahora no lo veas,
algún día me darás la razón....Y me agraderás que abriera tus lindos ojos...
tu.sumisa.preferida
EntregadayExigente


Esclavos del q opinaran...q pensarán. ..somos seres sociales y forma parte de nosotros. Besos
ResponderEliminarEs que para poder ofrecer amor primero hay que amarnos a nosotros mismos, de lo contrario poco podemos entregar.
ResponderEliminarUn abrazo Tu sumisa preferida.